Thursday, May 11, 2006

¿Cómo acabar con el ruído verbal?


DESIRE>El guardián del deseo.
Desiderátum: carta a los reyes magos.
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Borradores para un pensamiento plural y crítico
Propuestas y Proyectos 083 mayo 2006


¿Como acabar con el ruido verbal de una vez por todas?


Hay distintas clases de ruido: los de las motos trucadas con tubos de escape recortados, los de los despegues de los aeropuertos cerca de zonas habitadas, los de la publicidad televisiva que eleva automáticamente el volumen en el televisor en las irrupciones en las películas, los de los coches durante, antes y después de los atascos; los de los niños dando la lata, los de los hinchas cuando ha ganado su equipo, los de los sargentos formando a la compañía, los producidos por unos objetos contundentes golpeando a otros. Hay muchas clases de ruidos y entre ellos hay uno que merece una consideración especial: el ruido verbal. Este es el que se produce por el uso del lenguaje y gracias al aparato fisiológico de fonación. No precisa de un altoparlante, de una tribuna para mítines, de megafonía o bafles para que el ruido se haga notar. Basta una cantinela con más o menos persistencia que se cuela como murmullos por los laterales auditivos y que ocupa el espacio sonoro sin decir absolutamente nada revelante. A ruido verbal llamamos a toda aquellas fraseología y superfluidades lingüísticas que no transporta ningún significado interesante, no vehiculiza ningún saber útil y usurpa abusivamente el espacio de atención de los demás. El ser humano, no necesariamente comunicativo, ha demostrado tener una gran capacidad para decir inutilidades. Estas llegan a extremos exagerados cuando no pasan de frases cortas, palabras mínimas desprovistas de calidad, inteligencia y ternura y que adrede pretenden el insulto. Evidentemente se quedan en la pretensión. Ante el discurso insultante sólo cabe el silencio. Ante las frases no inteligentes ni siquiera es indispensable el esbozo de la sonrisa conmiserativa que se le hace al tonto. Simplemente se le deja pasar como un ruido de alas de mosca que cuanto antes pase mejor. El gran problema del insultante es que sabe que acude a las palabras negativas, difamantes y descalificadoras porque su estrecho diccionario no da para más. En un ring supuesto (del que algún programa de televisión de mediodía de hace unos años hizo uso y demostración) de descalificadores contrincantes pero con elegancia, estos detractores de la prosa ensayística no pasarían del primer asalto. Evidentemente no acudirían al concurso porque se revelarían como lo que ya saben que son: unos perfectos papanatas sin más escuela que esnifar las ventosidades y algún que otro coprolito intestinal de los ambientes subcultos que los criaron. De ellos nos perdemos todo lo que podrían aportar si examinaran su experiencia y hablaran de ella críticamente y de nosotros se pierden todo lo que leen por encima y no entienden. En el foro de Telépolis por razones que desconozco hay una cierta chusma con dedos de saboteadores e inteligencia por demostrar que en lugar de participar en el debate se limitan a descalificar cualquier opinión que no les gusta. Puedo hablar con reyes y plebeyos, con tiranos y esclavos, con majaderos y doctores, lo que no puedo hablar es quien te da la mano para clavarte chinchetas o quien entra en un espacio digital para insultar. Me pregunto porqué el servidor que ha creado el espacio no se ocupa de alguna manera en filtrar lo indeseable. E indeseable es todo aquel que no tiene un mínimo de comportamiento y convierte su voz en estridencia, sus palabras en ruido verbal y sus opiniones, que apenas si acierta a anunciar, en basura. La democracia, pseudo o transicional o la neodemocracia o cualquiera que sea el modelo de libertades expresivas en el que estamos no tiene porque aguantarlo todo. Así como un puente tiene una capacidad de carga y limita determinados accesos y pesos también un espacio de democracia electrónica como internet tiene una cuota de admisibilidad que excluye quien lo utiliza para reírse de las opiniones de los demás. Acabar con la estulticia pide a gritos en lo polémico una participación numerosa de opiniones sosegadas y razonadas de las que podamos aprender y e lo técnico un instrumento de filtro: un organizador del foro, alguien (y no el soft de la máquina) que revise los temas y excluya por criterio aquellos que no se ajustan a las normas de funcionamiento del debate que exigen como mínimo el respeto mutuo y las buenas maneras lexicográficas.
Propuesta más selectiva: instrumentar en el portal la manera en que la admisibilidad de participantes dependa de una evaluación de sus lecciones fundamentales aprendidas por lo que hace al diálogo en grupo. No es suficiente con rellenar un cuestionario en el que todo el mundo miente o no da los datos. Sería conveniente algún tipo de entrevista digital. El mismo instrumento debería permitir la exclusión radical de quien/es son agresivos verbales y saboteadores de las polémicas. Ya podemos entender que haya gente que necesite gritar y poner minas en los puentes pero no que lo haga en nuestro campo comunicativo ni en nuestros puentes.

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